domingo, 21 de octubre de 2012

los procesos febriles

Ya ha llegado definitivamente el otoño y aunque el sol calienta, las mañanas y noches van siendo cada vez más frías.  Nuestros cuerpos se van adaptando en esta transición hacia el invierno; los niños son a  los que más se les nota: catarros, descargas,... y la presencia de fiebre en algunos de estos procesos.
La fiebre no es más que el aumento de la temperatura corporal en un intento de intentar eliminar aquello que debe ser limpiado. Se reajusta el termostato corporal a una temperatura más alta. Se considera fiebre aguda una temperatura axilar > 38º C o rectal > de 38,5ª. Esto es igual para niños que adultos.
Entre 37-37,9º C se llama febrícula.
Una fiebre en un bebé menor de 3 meses, o en un niñ@ con manchas en la piel, o que dura más de 48 horas sin remisiones, o que se acompaña de ciertos síntomas como respiración rápida ( taquipnea)  y quejido, o mal color (cianosis), vómitos, sí que se debe de atender de forma prioritaria, puesto que puede indicar una enfermedad más grave pero en general si el estado del niño no es malo, se puede esperar y ayudarle a que sude para que el proceso termine antes.
Mi experiencia personal como pediatra es que los niños que toman pocos antitérmicos tienden a resolver el proceso de una forma más eficaz; cuando se toman muchos antitérmicos, el proceso dura más porque se está  "abortando" constantemente la producción de fiebre, y sólo se quita un síntoma, no la causa.
Los medicamentos homeopáticos que se suelen utilizar para la fiebre no son antitérmicos en sí mismos puesto que lo que intentan es acelerar  el proceso febril para facilitar que se produzca esa sudoración y bajada posterior suave de la  temperatura (por eso a veces sube la temperatura en la primeras horas desde su administración, para luego bajar progresivamente)
Ya tenía yo ganas de escribir esto, para que muchos padres se tranquilicen

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